Las palmeras se mecían suavemente, la tibieza del sol tocaba mi rostro y todo parecía muy extraño… yo me preguntaba porqué se formaba ese hoyo en el cielo. Seguí caminando, pero se vino un aire súper fuerte que no me dejaba caminar, pude llegar a una casa y toqué. Salió un señor, le pregunté si podía pasar, dijo que si. Me senté en el sillón, por la televisión vi que ese hoyo era un remolino, dijeron que nadie saliera porque se los podía tragar, pues cada vez era mas grande. La señora me permitió dormir en su casa. Al despedirme mucho le agradecí pues si no hubiera sido así, me hubiera ido volando con todo y todo.
Fátima Acosta Briones.
Escuela Urbana 13 de Septiembre
Instructora. Magdalena Zúñiga
viernes, 13 de noviembre de 2009
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